Un extracto de mi reseña. Podéis leerla al completo en el siguiente link. Gracias.

http://www.masteatro.com/critica-incendios-teatro-abadia/

 

» … Cuando crees que ya no hay nada nuevo bajo el sol o tras un telón, cuando crees que Sófocles nos dejó poco sitio para construir más sobre el discurso dramático que el sexo y la sangre entre madre e hijo produce; cuando crees que la última intepretación de La Espert fue la más sublime, vas y te sientas bajo la cúpula del Abadía y ahí se produce el retorcimiento de tuerca inesperado; te alegras al comprobar que el mensaje sobre el horror puede seguir expandiéndose. La Espert te mete el puño de su voz en el estómago y te advierte de algo así como … Mírame y escúcha atentamente lo que te voy a decir y lo que mis manos te van a contar: este parlamento mío es volátil, fugaz, porque piensas que sólo ocurre aquí cada tarde, que únicamente sucede cuando yo decido que suceda, pues actriz soy, y sin embargo, te va a dejar una señal en la frente cuando yo te haga de la mujer que cantaba, o de la mi compañera te haga de la mujer que quiso quebrar el hechizo por consejo de su abuela. Lo más sorprendente de todo es que este reparto y yo te lo vamos a revivir día tras día y, cuando no sea así, se quedará por escrito, como las penas de muerte o los nombres sobre las lápidas. Te lo advierto: no hay lluvia suficiente -aunque te lo pueda parecer- que mitigue este incendio diario sobre esa parte del mundo sobre la que preferimos no pensar para que vivir, sobrevivir, lastime menos. Tal vez mi personaje lo pudo hacer mejor, pero su recorrido es el que es, su legado es el que es, irremediable, fatídico, quebrado; tal vez pudo narrarlo todo en su momento, pero lo irreparable, como dijo Baudelaire, roe con su diente maldito. Así que mejor la conciliación, unir, cobijar, como siempre ha hecho la supuesta madre de Dios, bajo un manto de plástico y ampararlos, pues madre inmaculada y de todos es al fin y al cabo… «