Un extracto de mi reseña. El resto en https://www.masteatro.com/critica-la-libertad-florianne-valadez/

» … Un piano y una secuencia histórica. Las manos del pianista que interpretaban un conjunto de canciones de Joan Manuel Serrat apaciguaban el impacto que pretendía causar la pieza: la masacre estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco en México, el 2 de octubre de 1968, cuando el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz lo consideró esencial para, según él, abatir ideas comunistas. Tanto la provocación como la alteración en nuestras conciencias y memorias que se iban gestando en escena estaban pues más que servidas.

     Una vez eliminada la pátina del miedo y de la vergüenza a hablar y a mostrar, por ende, este osario, el joven reparto defiende y asume los roles de aquellos estudiantes para gritar la libertad de expresión y un futuro decente para su país. Serrat, entretanto, era testigo discreto y receptor desde la fila 12 de dicho relato; oía sus temas más emblemáticos, la mayoría de ellos correctamente insertados y engarzados en la trama cuyas letras aportaban mayor significado e incluso escalofríos altamente impactantes en el auditorio… «