Un fragmento de mi reseña. El resto en:

» … no había taquilla, ni acomodadores uniformados y diligentes, ni arañas versallescas en el techo, ni rigor, publicidad o destellos de superproducción, ni neón que señalara el lugar del evento. Tampoco los sempiternos corrillos donde algún famoso mira de reojo por si es reconocido o snobs que suelen acudir por inercia a estos saraos. Tan sólo había ilusión y talento. Lo primero, por poseer la escena con la sola presencia de la interpretación, por impactar con trabajo arduo y cantar afinadamente y con sentimiento con una orquesta deliciosa a los pies de un telón de terciopelo. Un elenco muy joven y muy entregado y con la consigna de disfrutar desde lo cuidado, desde lo medido; un elenco donde el lema o dispositivo de asalto podría haber sido: aquí estamos porque tenemos hambre de escena, así que abróchense los cinturones que nuestras dos horas de show les levantará el ánimo para toda la semana. Lo segundo, porque el ritmo escénico-musical no decae, sube como la espuma. Los ingredientes para que el caldo haya sido suculento y vitamínico han consistido en: voces empastadas, óptimas polifonías en los coros y no haber descuidado el tono dramático en las escenas que así lo requerían… «