Un fragmento de mi reseña. El resto en:

http://www.masteatro.com/critica-unamuno-vencereis-no-convencereis-teatro-la-abadia/

» … Arrabal hablaba de madrastra historia... Y Unamuno, antes, nos prevenía… Blas de Otero pedía la voz y la palabra... Y Unamuno, mucho antes, nos advertía… Los autores siempre han clamado al cielo y persisten aún en su tenaz tarea de, si no tumbar, tambalear a los poderes, e incluso a Dios si hiciera falta. Los pensadores alertan y nosotros, corderos, desoímos. Cierto es que hay flaquezas y vaivenes en sus recorridos, como los de Don Miguel; luces que se enturbian con sus propias sombras, alargadas, hiperbólicas y hasta barrocas. Los miedos acercan a los reclinatorios mientras que los dictadores arrojan a las cloacas, y del estercolero a un altar y viceversa, la distancia es muy corta. Sin embargo, y a pesar de todo ello, el pensador siempre aspira a la paz; su naturaleza está compuesta de comprensión y de armonía, por eso es pensador, como Unamuno reitera, empuñando la palabra, y con ella, el idioma, con la defensa de éste como patria inmaterial y eterna.

      Cuando releemos, o lo que es más certero, cuando desde la escena, el escaparate más directo que el hombre tiene al alcance de su mano para que los dardos, las palabras (Lázaro… ) atinen, para que los presagios, las lecciones, los vaticinios de dramaturgos, filósofos, poetas retraten el horror, la deshumanización (Ortega… ) y nosotros logremos arquear la ceja, torcer el labio, esbozar la mueca, enmudecer, mirar de reojo a quien tenemos al lado y farfullar, como si nos hubiesen pillado in fraganti en ése reconocimiento preciso y absoluto de la Verdad entregada… «