Os dejo mis comentarios, surgidos en esta etapa de reclusión, que he estado difundiendo en las redes sociales, desde la rabia, la impotencia y, sobre todo, el desconsuelo. 

ARCADA 1:

Nunca pensé que este reproche hacia el amor líquido, hacia un comportamiento social indigno y devastador calzara ahora sin calzador en este presente. Os dejo un extracto de mi obra «Misericordia», Madrid 2018. «Rezo para que algún día volváis a ser los de siempre. Vosotros, que nos hundís cuando analizáis nuestras caricias. Vosotros,que habéis perdido el paladar de tanto que habéis probado; vosotros, que perdéis vuestro jodido tiempo cuando nos dedicáis vuestro jodido tiempo. ¿Acaso este Tiempo de ahora es más valioso que el anterior? No, Mae. Lo que pasa es que os creéis héroes por tanta conquista y sólo podéis gobernar en territorios de barro. Pero veo que ya ha llegado el día en el que me he vuelto invisible y me has visto ridícula, ¿no es así? Pues éso sólo significa una cosa y yo ya lo sé. Así que ahora vete y saborea a la siguiente, sácale el jugo, Mae. Disfruta con tu nueva ruleta rusa».

ARCADA 2.

«… porque no puede llamarse patria a esta tierra espesa y sin luz donde la gente sale a alimentar animales ciegos… » Camus, El malentendido. (La leí hace 30 años casi. Será que esta relectura, en español y en este momento vital, ha sido tremenda…).

ARCADA 3.

(A propósito del fallecimiento de Julio Anguita): No es un DEP oportunista: No creo que nadie, sea cual sea su pensamiento, pueda poner en duda la altura política de este señor. Y si se atreviera, demostraría ignorancia, para variar. Ya que nos tienen que enseñar a andar por la derecha y a celebrar la apertura de bares en vez de preocuparnos por la de los centros escolares, espero haya un mínimo reconocimiento para hombres como él quienes, en política, no hicieron uso de un lenguaje zafio -no se confunda furor con prepotencia, pasión con visceralidad, escaño con apaño- para derrotar, sino el poder de la palabra.

ARCADA 4.

Consejos vendo que pa mí no tengo. Manifestación Madrid. Barrio de Salamanca. «And the rest is silence… » A ver si su Fontibrás viene a restaurar el ansiado «orden»… (Si alguien desea abandonar mi lista de contactos por la no coincidencia en mis opiniones y su consabida pataleta – esto es el Facebook- , no hay ningún problema. Totalmente respetable. Un apunte sólo: yo manifiesto mis opiniones -y a las pruebas me remito, se puede comprobar- siempre sin hacer uso de un lenguaje procaz, rudo. Nada más elegante lo de hacer mutis por el foro, y fin, en silencio. Pluralidad siempre. Tengo 4899 contactos. Sería como liberar agua de mi presa).

ARCADA 5.

La niebla que están creando es demasiada espesa: no me permite ver el apartado «educación» con lo que eso conlleva: reapertura de centros para reuniones y/o evaluaciones al menos, higienización y redistribución de aulas para garantizar la seguridad entre alumnado e impartir, al menos, un par de semanas de clase que, seguro estoy, a nivel mental y emocional sobre todo por aquello de «cerrar» y predisponernos a retomar, nos va a sentar de mil amores…» Soy profesor. QUIERO VOLVER y cuando eso se produzca, por la tarde podré brindar con una cerveza en mano y me haré un selfie y mantendré dos metros de distancia. No creo que sea tan complicado usar las mayores aulas de nuestros centros, los gimnasios, replantear horarios (no me importa, en absoluto ir por las tardes)… Hemos ido a Marte ya. Creo que esto es viable 100 %. Como la apertura de bares. No quiero pensar que haya docentes que prefieran el teletrabajo… ¿O sí? Porque hay de todo, como en botica. YO, NO.

 

ARCADA 6.

Y SEVILLA… : Emulando el título del libro de Doris Lessing (Premio Nobel de Literatura, 2007) que ahora tengo entre manos, «Instrucciones para un descenso al infierno», os envío algunas por si lo queréis visitar pronto, mis queridos conciudadanos/as más irresponsables. Os lo digo sin acritud, desde este Madrid casi moribundo: Mañana pasáis a la Fase 1. Nosotros, no. Dicen que porque no estamos aún preparados a nivel sanitario, aunque quisiera pensar que más bien no lo estamos a nivel moral, ni ético, ni cívico ni mental (nos metemos todos y que se salve quien pueda). Espero y deseo mañana presumais de sevillanía sana, no de la chovinista, ni de la casposa, ateniéndoos a las reglas más lógicas que no vienen dadas por ningún gobierno, sino por las pandemias que nos han vapuleado en 1918 y en 1958 respectivamente: mascarilla y distancia. Punta y tacón. Quienes ronean de no ponérsela o la llevan bajada, cual braga o slip -algo indecente- yo los invitaba a, que de la misma guisa, visitaran cualquier hospital, paseando con tal garbo y chulería por las urgencias, ya que, a mi entender, no veo un ápice de miedo en vuestra actitud, valientes, que pensáis que todo ha pasado, cuando lo más cabal es pensar que «va pasando si tomamos las medidas oportunas». No soy colega de Simón, sino de la cordura y la mesura. Cuando estás en el «foco», palabra quasimortífera, y te llevas 14 días con miedo, cuando alguien de tu familia tiene un accidente y ha de ir a un hospital con otro familiar y vuelves a pasar miedo porque, maldita suerte, había que ir y no por el virus; cuando ves IFEMA que parece un estudio de cine pero es real, cuando tienes que volver a tu casa un 14 de marzo con los militares avisando por las calles con megáfonos, cuando esto no es una lucha de egos sino de supervivencia, a mí se me quitan las ganas de cerveceo y de ir por la calle como si la calle me perteneciera. Ni qué decir tiene que esto no es sólo para esa Sevilla altanera e irresponsable (no toda, obviamente), sino para quien lo recoja. No hay escarmiento, no. Pero buscar culpables para ser más felices -unos infectados felices en potencia- para eso que no nos «farte de na», ni Cruzcampo, ni Mahou. (Y quien sepa mucho más, en el Congreso hay sitio. Ni en las tabernas ni el patios, las lenguas de vecindonas reconstruyen un país).

RECUERDO.

(Sobre Jara Cerro. Iluminadora. En defensa el sector de los técnicos de las artes escénicas). Esta niña tan guapa que ven ustedes aquí hoy se llama Jara Cerro y, como siempre suele ocurrir cuando conoces a alguien de esta altura, ocurrió por casualidad. Y también, como suele ocurrir – muy cinematográfico todo- desde el minuto uno ella sabía lo que yo necesitaba, y así el flechazo fue instantáneo, como cantaba Mecano. Iluminó varios montajes míos, sobre todo aquél, el primero, «Bastardos», que se llevó mis ilusiones y mi dinero gracias a la Agencia de Cultura de la Junta de Andalucía, pero eso es para otro capítulo… Hoy es el momento de recordar a Jara que para mí representa maravillosamente al sector. A ella no le importaba estar a diez metros colocando un foco, o en cabina, o almorzando con el equipo un bocata improvisado… De las pocas profesionales que he conocido porque o dentro, o fuera o donde se situara, jamás abandonaba su halo hiperprofesional. Llegó a ser más que un técnico: cedía sus propios focos, formaba parte de la compañía como si la hubiera fundado ella misma, siempre con una solución y al mismo tiempo dulce y firme en los momentos que debía serlo. Descubrí que los técnicos eran el acompañamiento ideal para un director/autor, pues tu reparto ya está con faldas y a lo loco en los camerinos y poco o nada puedes tú hacer con tu invisibilidad, así que los técnicos son los ideales para no sentir la soledad del «poder». Hoy, lo que quiero destacar por encima de todo esto es que cuando estabas con ella en cabina y se oían esas palabras mágicas, más mágicas que «abracadabra», ésas que permiten que todo empiece a funcionar, cuando escuchas «prevenido telón», a quien se le iluminaba la cara era a la mismísima Jara Cerro: su disfrute superaba a su buen hacer y su buen hacer es lo que corrobora mi respeto, como me han inculcado desde jovencito, hacia los técnicos. Sin ellos, y sin el personal de limpieza o el acomodador, el acto teatral queda en penumbra. He conocido a actores que exigen a gritos focos sobre sus cabezas, autores que sólo se recrean con el título de su obra en un cartel. Error. El acto teatral compone un proceso en el que están implicados muchos profesionales. Y no voy a ser yo ahora Zaratustra. Mi equipo siempre lo han formado aquellos y aquellas con los que yo sepa que te puedas sentar a la mesa en un descanso, o del ensayo o del montaje. Si no, la palabra «teatro» que va unida a «equipo» queda hueca, pobre. De ahí que haya gente con la que nunca me volveré a sentar a trabajar, porque en este trabajo en equipo nadie se ha de arrodillar ante nadie, todos nos debemos todo y los agradecimientos han de ir de manera recíproca, SIN EMBARGO, sería un placer, una alegría, volver a hacerlo con Jara y su pareja Alfredo, gran ayuda igualmente, «iluminando» cada paso que dio mi compañía que ahora duerme como la Bella Durmiente Elsinor Teatro (Un recuerdo también para ese reparto tremendo).

 

ARCADA 7.

Visto lo visto, mitad desorientado, mitad asqueado, creo que yo me quedo en la parrilla de salida motu proprio. Lamento que esto sea un comentario más sobre nuestros «paseos permitidos». Lamento, igualmente, lo cerril, lo obstinado, lo egoista y lo bestia que pueden ser algunos ciudadanos y quienes los representan en el Congreso, circo donde el insulto se multiplica de manera muy viral. En cuanto a las salidas, levanto mi voz: si quieres correr, figura, corre, hasta que te canses, pero mantén la distancia; si quieres andar, prenda, anda, pero mantén la distancia; si quieres ir sin mascarilla, moderno/a, mantén la distancia, y, sobre todo, si quieres seguir VIVIENDO, mantente a raya con las indicaciones que, por su propio peso, caen al ser éstas de sentido común; nadie ha de recordártelas, y, mucho menos, artista, creer que te las están imponiendo, tú, que eres tan estupendo; tú, que, seguramente, tendrás mil teorías porque a Petete lo inventaste tú una tarde o alguien de tu saga. Es de cajón pensar que si vivimos en el foco, todo deberá ir más pausado. Comparto tu alegría de poder salir y disfrutar, pero no tus ansias, ni tu descuido, ni tu chulería, ni tu pose antisistema que ya huele a podrida porque -que no te enteras, Contreras- ya estamos en otro momento histórico (¿De verdad se te había pasado por alto con la ingente cantidad de cultura alternativa que consumes?). Sé quién eres: eres quien se toma los tercios y presumes como el maestro Liendre, que de nada sabe y de todo entiende; eres quien ha leído un titular al día y en tu ateneo cutre de la terraza de tu bar te crees Ortega y Gasset; eres quien sólo ve cine que, según tú, los demás somos demasiado lerdos por ir en masa a ver la película ganadora de un Óscar, porque tampoco tenemos ni pajolera idea de lo que comemos, ni cómo vestimos, y siempre tu libro es el más guay, como tú, ricura. A ti, personaje, te digo: si quieres correr, corre, pero mantén la distancia. Si quieres pasear, hazlo , pero no me hagas corros con Mahou en el centro. Entre tú, tesoro, y la oposición que ya no sabe cómo colocarse las plumas para que se la vea «en esta noche oscura del alma», colocando palos en la rueda, me siento asqueado, desorientado. Por cierto, Platón, ¿sabes quién era el guaperas de la foto? Pues con la mala leche que se gastaba, él no dudaría en ensartar tu culete con su tenedor. Luego te veo, paseando, corriendo y luciendo garbo a mi vera… (Te recomiendo el Puente de Toledo: estarás a tus anchas…).

ARCADA 8.

Me acaba de abducir el soniquete de la canción de Karina, la del baúl… Será porque te he visto mientras me tomaba un café en un descanso de mi teletrabajo. Te he visto, muñeco, con tu aire de respondón, de sabelotodo, de ironía áspera y sin gracejo; desparramando en cascada palabrotas emponzoñadas; te has revestido, para variar, de citas eclécticas (espero Machado repose hoy… ) porque alguien te ha sugerido que cuanto más cites, más solidez, más presencia, más empaque; te he visto con tu pose de muñeco de tarta nupcial, frío, sin carisma y haciendo lo que mejor sabes hacer: remover la mierda. Porque claro que sí, mierda hay, y no la teatral, la que da suerte, claro. Me recuerdas a una persona que conocí de mi entorno laboral: siempre con la verborrea por bandera, y, normativa que encontraba en su móvil -para atacar no para esclarecer- nos la enseñaba a los demás a modo de tarjeta roja. Eso sí. No falla. Una vez cometió un grave error, y aun así, espoleaba y donde dije digo, digo Diego; se defendía como gato panza arriba, pues ya no encontraba ley que lo amparase. Por supuesto que esa persona tenía un cargo: aman los cargos pero para ladrar, no para ejercer lo que su posición requiere. Volviendo a ti, muñeco, veo cómo te frotas las manos y por ello estoy seguro que, si te cedieran el sillón del trono, te las frotaría también, pero como Poncio Pilato. Qué ansias de demoler. Claro que entre el col y col, lechuga y que hay trazos de certeza en lo que manifiestas, sin embargo, la tonalidad es tan desagradable, porque el fondo en sí mismo no es ayudar sino lucirte además que la «hybris» vuelve a ser tu verdugo. Indudablemente habrá fieles que te estarán dejando de besar el manto, fijo, e incluso habrá alguno quien, como el niño del cuento que vio al emperador desnudo y se atrevió a decirlo, sienta vergüenza ajena. Lástima que hayas malformado un verso excelso en tus labios, muñeco, porque poesía es lo que te falta y poesía,a la vista está, no eres tú. Seguiré lo que queda de mañana con la dulce voz de Karina y su bául repiqueteando en mis sienes, puesto que sus versos, junto con la lectura reciente de «La hoja roja» de Delibes, me recuerda que estamos en una antesala nada halagüeña.(Me gusta ver estas fotos, Mucho. Y lo digo de corazón.)

ARCADA 9.

Acabo de ver en el Telediario de la 1 que hay «señales para pasear». A mí me enseñaron, desde pequeñito: caminar por la derecha, dejar el paso a personas que lo necesiten, bien sea por edad avanzanda, muletas, maletas (lo lógico y normal) … etc; no pararte en mitad de la acera a hacer corritos dificultando el paso a los demás, no cruzarte por delante de nadie a toda hostia… Lo que siempre se ha llamado «civismo». Animo a quienes lean mi post, añadan más pautas por el estilo… ¿Es necesario que señalicen aceras y además sea noticia? Para mear y no echar gota. Pensaba jubilarme en Portugal, pero creo que me voy a ir antes… Patético.Y se sigue sin usar las expresiones mágicas: por favor y gracias (Por cierto, ayer «oí» reuniones y cenitas together forever…) Spain is different. A mí que no me pongan señales en la acera: SALGO EDUCADITO DE CASA.

ARCADA 10.

Esta ardua tarea de conocerse a uno mismo – cada vez un poco mejor, sobre todo por los años que llevo, como decía el poeta, «encerrado en este cuerpo»- me enseña lo siguiente: ayer tuve dos sentimientos repugnantes: el primero de ellos, la envidia que me produce la alucinante alquimia de la prosa de Ana María Matute que leo cada noche. La segunda es la vergüenza de quienes ayer frivolizaron en un estado de alarma, comportándose como incívicos, y, sobre todo, demostrando una frivolidad que espanta olvidándose de los muertos y de sus familiares que aún lloran. Vergüenza de que vivamos unos al lado de los otros. Sean, si no cautos -se ve que eso se la trae al pairo a más de uno y a más de dos- al menos no tan primitivos. Como profesor, que tantas y tantas veces me han querido dar lecciones padres y madres sobre mi quehacer .doctores quiere la Iglesia…- ahora, hagan quienes sepan -porque lo saben- que no han hecho lo correcto, un ejercicio de humildad y sobre todo, no frivolicen. Esta actitud altanera y pasota, como mi envidia por Ana María Matute, es repugnante. (Ojo: no generalizo, pero que cada palo, aguante su vela).

ARCADA 11.

Por cierto, señor Abascal, no me considero estar en «arresto domiciliario», nadie me apunta con una pistola, nadie me amenaza. Lo hago por responsabilidad civil, por ética, por civismo. Ya lo dijo Aristóteles: el hombre «zoon politikon», por aquello de la polis… Estoy en un confinamiento lógico por el estado de alarma debido a una pandemia mundial. Al ser filólogo, algunos sintagmas me espantan. Los toros, desde la barrera, son inofensivos, pero, cuidado, a veces, saltan y cornean. Ocurre lo mismo que en mi entorno laboral: opinar es fácil, elástico y gratis. Opinar/compartir/proponer/ayudar «antes de» es lo difícil, lo arriesgado, pero siempre es de agradecer y da sus frutos, Se llama colaboración, concordia, remar hacia el mismo lado, no querer llevar siempre la razón. En este país, comentar entre bastidores y en tascas es lo cómodo. Ay, Larra, cuánta falta nos hace usted ahora para que el hecho de volver mañana no se repita. Rectificar es de sabios (lo digo por lo de la salida de los menores) pero, un poquito de por favor, contrasten antes… Ay, España… lo que te faltaba… una pandemia… A río revuelto… (Un día de éstos, el botón de la chaqueta de más de uno, atraviesa la pantalla y me da en un ojo..).

ARCADA 12.

Prefiero ser el niño de la foto -mi sobrino- esperando que la fuente me cante o me cuente, como a Don Antonio, y que la mano sabia de un mayor me indique. Dicho esto, pienso: supuestamente Aristóteles sentenció que el dolor transforma al hombre. Y Unamuno concluyó que la razón une y la verdad, divide. Voy a usar una expresión muy guay ,muy en boga: «qué pereza». Pues sí. Pereza o náusea sartriana, a elegir. Pretender que este momento histórico no nos va a traspasar en términos de sociabilidad, o más bien, que no vamos a reaccionar frente a la consabida hipocresía social que antes manejábamos, con más o menos acierto, bien porque no teníamos más remedio, bien porque muchos/as con ese poder absoluto de la certeza pensaban que así nos tenían más, cómo diría yo, «amarrados»… Nanai de la China. Yo me uno a ambos filosófos arriba mencionados. Las respuestas las sigo encontrando en los de antes. (Leyendo a Galdós, me aclaro mucho; leyendo a un cultureta bien posicionado en el tejido teatral ganando dinero a espuertas y se cree el/la Mesías, me despisto mucho…) Ahora son pataletas online y poses partidistas que quedan muy bien y que unen (la razón…; no sabía yo que había tanto cariño a la República hasta ayer, empezando por el mío propio). Ni vamos a dar los mismos abrazos que antes, ni la razón que me quieran imponer me va a mantener más cercano. La verdad, divisoria, es única y ganadora. Y el dolor, con su inherente naturaleza catártica, ha de servir, y si no, es un ente etéreo que no sabe a dónde va, bueno sí, a reunirse con su pose… Y eso sí que da pereza. Incluso este comentario mio, creo yo… 

 

ARCADA 13.

Escribo, una vez más, desde el impulso -yo, ni mido ni pulo estos pensamientos efímeros para dármelas de intelectualoide- así que ahí va: la reportera de una televisión sureña pregúntandole a Pedro Sánchez por si hay o no división en el gobierno. No sé si es independencia periodística o manipulación de ella como portavoz, pero no creo que alguien con un micrófono y la oportunidad de obtener una respuesta cívica y éticamente reconfortante y/o constructiva/veraz… etc, haya preferido interesarse por la posible división interna. Y al final una pregunta por la futura oportunidad de una «recentralización». Nada. Conseguirán la máxima repugnante y emponzoñada del «divide y vencerás». Suma y sigue. No aprendemos. No. Hay quien hace negocio con una guerra. Y esto es más viejo que el hilo negro… Y mientras, los sanitarios y los demás que nos dejan los supermercados llenos de alimento, en primera línea, en la trinchera, y ya sabemos qué ocurre si te colocas ahí…

ARCADA 14.

Siguiendo el imperativo doloroso de Auden con su verso «Stop all the clocks, cut off the telephones…» que paren las burlas y desprecios a quienes llevan flores a las iglesias en un día como hoy. Durante miles y miles y miles de años el ser humano ha mirado al cielo, regalado ofrendas e implorado en busca de respuestas en lugares que cree sagrados. El objetivo dañino, la carga maléfica, el proyectil, que apunten hacia esos políticos que buscan el poder sin miramientos en tiempos de cólera. Ahí ha de estar la ira y el consecuente malestar. Dejad que la gente llore o cante por lo que se va perdiendo; que el pueblo se manifieste como le agrade. Es su voluntad legítima. Es más, yo sigo a otro poeta, a Don Antonio, y me pongo, al igual que él, de parte del pueblo, de su esencia, de sus ritos y de la nobleza que desprende la gran mayoría. Es síntoma de esnobismo chancletero criticar la espiritualidad, de chamán doméstico, de filósofo de pandereta y de tertuliano «coach» que sólo sabe usar la palabra «empatía» y luego no sabe qué hacer con ella. Pose manida, altiva y en conclusión, desfasada y pobre. Haber leído cuatro artículos en redes de moda les hace a alguno/as creerse más Platón que Platón y discípulo de Marx. A mi gente farandulera les pido: no darle la espalda al rito, pues lo que se hace es fruto adusto de adoración y de consagración a los dioses. Sabemos que ahí fue donde nació el arte más completo del mundo y al que también adoramos contra viento y marea: el teatro (donde la palabra se hace carne y la sangre, mensaje, y comemos y bebemos todos de él y de ella). Insisto: todos y todas hemos mirado al cielo en algún momento de nuestras vidas. Quienes se sientan aliviados, bienaventurados/as. Es lícito y, además, es la ley esencial y paliativa del ser humano desde la cueva. Igual que, desafortunadamente, Macbeth y su ganado de cornudos e indeseables siguen lampando por el trono en la Moncloa. No les importa la sangre derramada, a la vista está, sin embargo, a quienes oran -da igual la dirección que tomen sus plegarias- lo hacen para que la Vida vuelva, más allá del amor por un trono. Quizás porque piensan estos feligreses que, ya en las alturas, el trono está ocupado.

ARCADA 15.

Pérdida absoluta del sentido del tacto. Día número 21. Nunca unos dedos buscaron tanto a otros dedos. Nunca la palma de una mano buscó a otra para posarse con tanto ahínco como demuestran los versos que sobre esto escribió el bardo inglés desde Verona. Desarrollando de igual modo, casi a partes iguales, una mayor dosis de apego y otro tanto de desapego. Apego benigno -que del otro ya sabemos que hemos escrito y llorado ríos de tinta. Desapego benigno, como eso de parar en seco y divisar y percibir lo que se mantuvo cogido con alfileres y que de un plumazo no hay sujeción alguna que valga. Seria frágil la atadura, un síntoma más de la idiotez por conservar en conserva lo que al final caduca o no despierta nuestro apetito. Por algo será. El corazón está en la boca del estómago. Ahí palpita. Ahí el termómetro: el gran medidor. Y es ahí, en el distancimiento epifánico, cuando viene el florecimiento verdadero que lleva por apellido las palabras «de siempre» y barre lo insustancial, lo manido, lo que siempre fue pose y ahora es mero disfraz cuya mentira ya no nos apetece lucir. Y si molesta la apariencia auténtica, por áspera que resulte, que siga siendo auténtica. Laissez-passer. Sin entrecejos ni celos, sin monsergas, sin réplicas. Laissez-faire. Y que os vaya bonito mientras tanto. A mí lo que me importa es el sentido del tacto, que se resiente. En cambio, el sentido de la sensatez se consolida. He ahí la compensación sanadora.

ARCADA 16.

Tres años en los benditos madriles, y muchos más los que llevo sin acudir a la Semana Santa de donde nací. Este año era el año. Iba a ir acompañado, y la ocasión era más que singular. Sevilla, esa Atenas atlántica, «piccola Roma» -así fue llamada de antiguo-, fundición perfecta de paganismo y religiosidad por igual gracias al devenir de su historia y sus gentes que la hicieron narcisista y altanera con motivos -e incluso sin ellos, como le ocurre a Madrid: en esto son primashermanas- no va a lucir su jolgorio de pasión ni sus encantos de cera y flor este año. El azahar floreció antes de tiempo, temeroso tal vez de no poder lucirse en estos momentos. La diosa Astarté no irá bajo palio, ni Zeus hará con su gran poder que la sevillanía y los forasteros -doy fe que ocurre- enmudezca. Fieles o no, paganos o sí, os aseguro que la fiesta es única a la hora de revivir los tiempos barrocos donde la ciudad era experta en organizar fastos reales y autos sacramentales como ninguna. Confieso que el evento llega a agotar. No toda la sevillanía la tolera estando el mar de sus colonias costeras tan cercano -la metrópolis sigue jactándose de poseer posesiones playeras en otras provincias… – sin embargo, raíces son y si te las arranca sin ton ni son, o en un ataque de ser más moderno que nadie, es tu perdición. Pienso que la clave está en aplicar con cordura el filtro de la nostalgia, el tamiz de la coherencia y la sensatez con forma de respeto a quienes sí viven esta procesión que libra a Sevilla de convertirse en una capital sureña globalizada, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva. Algo va quedando. El poso del devenir de los siglos es irremediable. Y por eso cantamos lo que se pierde. Los hermanos Machado condenaban el «andalucismo» en aras de «lo andaluz». Yo hago lo mismo con la sevillanía casposa, recalcitrante, obtusa y chulesca. Me quedo con «lo sevillano», recogido muy bien en la prosa de Cernuda en «Ocnos»: esencia, atmósfera y duende. He visitado los templos de Japón y China, las mezquitas de Estambul, la iglesias británicas y eslovenas…. por citar. Me sigue hipnotizando ver al ser humano serenarse frente a una vela encencida, un rosario con o sin cruz y el incienso que lo purifica todo. Esta situación actual, sirva de purificación y no de rebeldía. Y algo ocurre cuando, en un acto de desesperación, siempre miramos a las alturas.. Y quienes hacen yoga, también juntan sus manos y cierran sus ojos para conectar… ¿con?

ARCADA 17.

CONSEJOS VENDO QUE PA MÍ, NO TENGO: Viendo las noticias, nada, tres minutos, mientras me tomo medio café, no más. Una señora llamada Consuelo, creo. En la Primera. Con una sonrisa Profidén. Dando consejos, pautas… ¿A quiénes? Al profesorado. Otra vez el manido titular. Spain is different. Demasiadas tareas a nuestro alumnado. ¿OTRA VEZ? El profesorado sabe secuenciar contenidos en circunstancias normales y no digamos en las extraordinarias. Tal vez se deba, tal vez, subrayo, que hay parte -parte- del alumnado, parte, matizo otra vez, que no hace ni pum y ahora, por lo más mínimo, se escandaliza. Yo mando tareas, suficientes, sobre todo de repaso, de revisión, soy generoso con la fecha de entrega. Escribo correos de apoyo y paciencia y ánimo. No soy el Padre Mundina. Ni quiero heredar nada. Sólo digo, lo repito, que no nos rasguemos las vestiduras. No es tan fiero el león como lo pintan. Y el profesorado, en su gran mayoría, y sé de lo que hablo, apostamos, creemos y ayudamos a nuestro alumnado. CONFÍEN EN NOSOTROS/AS, POR FAVOR. Yo les digo a mis alumnos cuando explico el Present Perfect es como cuando el médico le manda un iboprofeno cada 8 horas. Cúmplelo cuando te pido que lo estudies y hagas los ejercicios -no pido una tesis doctoral- y verás cómo lo consigues. PÓNGANSE DE NUESTRO LADO. REMEMOS HACIA EL MISMO LUGAR. Tenemos la profesión más hermosa del mundo: enseñar y guiar. (Excepciones hay, como en todos lados. La cuestión es seguir adelante y juntito/as) .