Siguiendo el imperativo doloroso de Auden con su verso «Stop all the clocks, cut off the telephones...» que paren las burlas y desprecios a quienes llevan flores a las iglesias en un día como hoy. Durante miles y miles y miles de años el ser humano ha mirado al cielo, regalado ofrendas e implorado en busca de respuestas en lugares que cree sagrados. El objetivo dañino, la carga maléfica, el proyectil, que apunten hacia esos políticos que buscan el poder sin miramientos en tiempos de cólera. Ahí ha de estar la ira y el consecuente malestar. Dejad que la gente llore o cante por lo que se va perdiendo; que el pueblo se manifieste como le agrade. Es su voluntad legítima. Es más, yo sigo a otro poeta, a Don Antonio, y me pongo, al igual que él, de parte del pueblo, de su esencia, de sus ritos y de la nobleza que desprende la gran mayoría. Es síntoma de esnobismo chancletero criticar la espiritualidad, de chamán doméstico, de filósofo de pandereta y de tertuliano «coach» que sólo sabe usar la palabra «empatía» y luego no sabe qué hacer con ella. Pose manida, altiva y en conclusión, desfasada y pobre. Haber leído cuatro artículos en redes de moda les hace a alguno/as creerse más Platón que Platón y discípulo de Marx. A mi gente farandulera les pido: no darle la espalda al rito, pues lo que se hace es fruto adusto de adoración y de consagración a los dioses. Sabemos que ahí fue donde nació el arte más completo del mundo y al que también adoramos contra viento y marea: el teatro (donde la palabra se hace carne y la sangre, mensaje, y comemos y bebemos todos de él y de ella). Insisto: todos y todas hemos mirado al cielo en algún momento de nuestras vidas. Quienes se sientan aliviados, bienaventurados/as. Es lícito y, además, es la ley esencial y paliativa del ser humano desde la cueva. Igual que, desafortunadamente, Macbeth y su ganado de cornudos e indeseables siguen lampando por el trono en la Moncloa. No les importa la sangre derramada, a la vista está, sin embargo, a quienes oran -da igual la dirección que tomen sus plegarias- lo hacen para que la Vida vuelva, más allá del amor por un trono. Quizás porque piensan estos feligreses que, ya en las alturas, el trono está ocupado.