Este año puedo decir que mi corazón -aunque suena a tópico acaramelado- está dividido. De Madrid a Sevilla. Me dispongo a disfrutar del descanso, con mi gente de siempre, única y exclusivamente. Echaré de menos a mi gente madrileña, la que me arropa y acoge a diario, la que lo sigue haciendo de manera desinteresada impulsándome a cada paso que doy o/y intento dar.

Feliz por comenzar un año nuevo en el Lavapiés, lleno de proyectos propios, y con la enmienda -cada año es lo que toca- de no alimentar los proyectos ajenos que nada me aportan, aunque yo pensara que el quid pro quo era generador de riqueza y no de pelusilla. La candidez ha de dar paso a la sensatez y, aunque suene a naïve, no por ser navidades seremos un poco más Heidi.

Disfruten, olviden lo innecesario y rodéense de lo imprescindible. Lo demás, bueno o malo, vendrá solo.

Sayonara, babe. Hasta la vuelta con más, por supuesto.